En Simjat Torá, bailamos con los pies, no con la cabeza.
Si bailásemos con la cabeza, cada uno bailaría una danza diferente, en un espacio diferente, con sus amigos y no con otros, o como un alma solitaria. Porque una cabeza es más alta, otra más baja, otra está aquí en la tierra y otra en las nubes, o más allá.
Pero bailamos con los pies, todos nuestros pies están aquí en la misma tierra, ninguno más alto y ninguno más bajo, de manera que podemos bailar como una unidad, con un mismo corazón, como un pueblo.