En esta Parshá figura el precepto Divino de amar al prójimo como a uno mismo. Rabí Akiva expresa sobre ello: es una regla principal de la Torá". Rabí Israel Baal Shem Tov, colocó este mandato como uno de los pilares del movimiento que fundó, el movimiento Jasídico.
Rabí Levi Itzjak de Berdichev era conocido por el intenso Ahavat Israel, amor a otro iehudi, que ardía en su corazón. Inclusive ganó el título de "abogado defensor del pueblo judío". Rabí Levi Itzjak reveló que esta visión y actitud se instaló en su ser como consecuencia de una enseñanza especial que escuchó de su maestro Rabí Israel Baal Shem Tov.
Dicha enseñanza es sobre la Mishná de Pirkei Avot (Cáp. 2 Mishná 2) que dice: todo estudio de Torá que no está combinado con un trabajo, cesará", el Baal Shem Tov explicó que "trabajo" se refiere a la dedicación en el amor al prójimo. Para que la Torá tenga fundamento, debe unírsele Ahavat Israel. El énfasis está en el término "trabajo", es decir, que el cumplimiento de este precepto debe transformarse en una ocupación, cuya dedicación debe ser similar a la de un profesional en su área, o un comerciante a su trabajo. Así como el vendedor no se queda sentado en su hogar aguardando que alguien se entere de la existencia de su mercadería y venga a comprarla, sino abre un negocio en un punto estratégico, cuelga un cartel en la puerta e invierte toda su energía para difundir la mercadería que ofrece a través de diferentes medios, para que vengan a adquirirla.
De la misma forma, debemos ocuparnos del amor al prójimo. No debemos esperar hasta que nuestro compañero venga a nosotros y nos pida ayuda, sino debemos pensar y buscar la forma de ayudarlo, averiguar qué necesita, tanto material como espiritualmente, y entregarse con todo el ser para cubrir esa necesidad. Esta es la forma correcta de "trabajar" en del amor al prójimo.
El Baal Shem Tov enseñó que la forma de acercar a otro judío al espíritu de la Torá y las Mitzvot es, haciéndole un bien en el plano material.
Además de cumplir con el precepto de amor al prójimo, esto provoca en el espíritu de nuestro prójimo un acercamiento, hasta convertirlo en un recipiente para espiritualidad.
Al hacer un bien a otro no debe existir un fin oculto, sino debe hacerse el favor incondicionalmente, sólo que la ayuda material logra también una cercanía hacia lo espiritual por parte del receptor.
La perfección en la Mitzvá de Ahavat Israel se logra cuando se consolida completamente al compañero hasta que él mismo puede ayudar a otros.
Lo mismo, en el plano espiritual del cumplimiento de la Torá y sus preceptos, cuando se ha logrado que nuestro compañero esté en condiciones de transmitir y ayudar a otros, entonces hemos alcanzado la excelencia en esta Mitzvá.
Hay quienes argumentan que no se sienten capaces de enseñar a otros. Deben saber que no es así. Nuestros Sabios nos dicen en Pirkei Avot: "¿Quien es sabio?. Aquel que aprende de toda persona". De aquí que cada cual posee algo único, y eso puede transmitirlo a otros. En ese punto es "rico" y debe ayudar compartiéndolo con los demás.
Cuando un iehudí ayuda o enseña a su prójimo, se cumple con ambos el versículo de Mishlei: "Di-s Ilumina los ojos de ambos", el Todopoderoso otorga a ambos, al dador y al receptor, un sinfín de bendiciones del Cielo.
Likutei Sijot, Tomo 1 Pág. 260