Si bien cada fiesta en el judaísmo tiene su contenido y significado que, como mencionamos muchas veces, es eterno, se aplica a todo lugar y momento, la fiesta de Jánuca tiene (entre otros) un componente diferente.

Cada fiesta viene acompañada con su observancia específica, en Pesaj comemos Matzá, en Shavuot leemos los Diez Mandamientos, en Sucot comemos en la Sucá, en Purim leemos la Meguilá con la historia de Ester y Mordejai. En Jánuca encendemos la Menorá.

Sin embargo, la forma de la observancia de Jánuca es diferente. El Talmud dice que la Menorá (el candelabro de ocho velas) debe encenderse en la puerta, del lado de afuera. La razón de esto es que el milagro de Jánuca debe publicarse y hacerse conocido.

Ahora bien, la pregunta es: ¿a quién debe publicarse el milagro? Si decimos que se trata de los otros judíos que encienden la Menorá de Jánuca, es obvio que el hecho mismo de encenderla les recuerda el milagro y no necesitan mirar el encendido del vecino. Si decimos que se trata de los judíos que no encienden la Menorá (Di-s libro y guarde), también es obvio, ya que todos somos responsables por el bienestar físico y espiritual de todos los judíos.

Claro, no necesariamente estamos en contacto con todos los judíos del mundo de manera de poder influenciarlos directamente, pero por lo menos, debemos ocuparnos de aquellos a quienes conocemos y tenemos acceso.

Entonces: ¿para quién es la publicación del milagro de Jánuca? Podríamos decir que se trata de los no judíos. El milagro de Jánuca es uno de tal magnitud que lleva consigo un mensaje universal, que no se circunscribe al pueblo judío: Jánuca significa dedicación. Además significa educación, de la palabra Jinuj.

Hoy en día, cuando el mundo se encuentra en una época de transición, de cambios, donde la seguridad económica ya no es tan segura, donde la sociedad está saturada de excesos de todo tipo, donde ya casi nada es sorprendente y anormal, debemos saber que Jánuca nos enseña a dedicarnos a la educación. Una educación en valores verdaderos, basada en la Torá de Vida, en la Torá de Bondad.

Este mensaje es universal. Me animaría a decir que si todos los gobiernos del mundo se pusiesen de acuerdo en aumentar drásticamente sus presupuestos en educación, no sólo en pagarle mejor a los docentes, sino en poder ofrecer propuestas educativas tentadoras aún a las personas de menos recursos, toda la sociedad mundial se elevaría mucho.

Y si alguien está pensando que al tratarse de algo tan global no le incumbe, la pregunta que debe hacerse es: ¿Qué está haciendo para mejorar el nivel educativo propio y de sus personas más allegadas?

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