"El alma del hombre es la vela de Di-s" (Mishlei 20:27).

La llama no descansa, pues vive en perpetuo conflicto entre dos rivales. Se adhiere a la mecha, absorbiendo sedienta el aceite que alimenta su existencia. Al mismo tiempo, ondula hacia arriba, buscado escapar de su prisión material. Sabe que su separación de la mecha sería el fin de su existencia como llama manifiesta y luminosa, y sin embargo así es su naturaleza.

Esta es la paradoja de la llama de la vida. Su apego a la mecha y al combustible en la lámpara sustenta tanto su existencia continuada como su incesante lucha para el aniquilamiento.

"El alma del hombre es la vela de Di-s", el hombre también contiene estos dos anhelos contradictorios. Por un lado es atraído hacia sí mismo y la materialidad del mundo, en dirección a la vida y la existencia. Al mismo tiempo, aspira a llegar a un punto que esta más allá de sí mismo, a superar las cadenas de la materialidad y del pasado. La tensión creada por este conflicto es la esencia de la visa humana."

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