No es el muerto el que impurifica, no es el agua la que purifica, sino que dijo El Santo, bendito sea, una regla establecí, un decreto decreté, y no tienes permiso para transgredirlo, ya que está escrito , Esta es la regla de la Torá" (Bamidbar 19:1)."Vemos que, a pesar de que la Parashat Jukat se refiere específicamente a las leyes de la impureza de un muerto, sin embargo nuestros sabios aprenden de aquí el concepto general de pureza e impureza, como dice Maimónides Es claro que las purezas e impurezas son decretos de la Torá, y no son de aquellos asuntos que el intelecto del hombre comprende" (fin de Leyes de Mikve).

La Torá es eterna, por lo cual tiene una enseñanza para nosotros en todos los tiempos y en todo lugar. Aún aquellos preceptos que solo se aplican en los tiempos en que el Gran Templo de Jerusalén está construido, solo su aplicación física está limitada al tiempo, pero su significado espiritual es eterno y vigente por siempre.
Parashat Jukat comienza con las leyes de "La vaca roja", que se utilizaba, en los tiempos del Gran Templo, para purificar a una persona que se impurificó con impureza de un muerto. La Torá, al comenzar a explicar estas leyes, comienza "Esta es la regla de la Torá", en lugar de decir: "Esta es la regla de la vaca", o "Esta es la regla de la pureza", etc. Esto significa que en la regla de "la vaca roja" se encuentra la regla general de toda la Tora, por eso dice "Esta es la regla de la TORA".

La esencia de los preceptos Divinos (mitzvot) es que son la Voluntad Divina, superior a la sabiduría y la razón. Aún aquellos preceptos que tienen una explicación racional, la esencia del precepto no es su explicación racional, sino la Voluntad Divina que se inviste en una explicación lógica comprensible para nosotros, es su esencia.

Por lo tanto, el cumplimiento de los preceptos, aún aquellos que tienen una explicación lógica, no debe ser de manera de cumplirlos porque el intelecto así lo dicta, sino porque ésta es la Voluntad Divina.

Por eso está escrito "Esta es la regla de la Torá", porque todos los preceptos de la Torá son en verdad reglas, decretos de la Voluntad Divina.

La voluntad es indivisible. Tanto los detalles de un mismo asunto que uno desea, la voluntad se expresa en cada uno de ellos por igual, como los diferentes asuntos que uno desea, la voluntad no se expresa de diferente manera de acuerdo al asunto deseado.

Esta característica de la voluntad se expresa en todos los preceptos divinos (dado que estos SON la Voluntad Divina) y, principalmente, en el precepto de pureza e impureza.

Por ejemplo, un hombre se impurifica en su totalidad con haber apenas tocado un objeto impuro, es decir, no causa diferencia cuál fue la relación con la impureza, la más mínima ya genera una impureza total. Esto es porque en los preceptos de pureza e impureza está la Voluntad Divina revelada, por lo tanto no hay diferencias entre mucho o poco.

Este concepto, en nuestro servicio a Di-s día a día: Nuestro sabios dicen (Pirkei Avot 2:1) que uno debe ser cuidadoso en el cumplimiento de los preceptos más importantes como de los menos importantes. A pesar de que uno podría preguntarse: ¿cómo puede ser que uno sea cuidadoso con preceptos de mucha importancia de la misma manera que con preceptos de poca importancia, la falta de cuidado en algo de poca importancia es sólo una mínima conexión al mal, cómo puede compararse con la falta de cuidado con algo importante? Más aún, ¡la Torá misma creó esta diferencia de "preceptos muy importantes" y "preceptos poco importantes"!

Aquí viene la enseñanza de los preceptos de pureza e impureza: desde el punto de vista de la razón y la lógica en los preceptos Divinos (mitzvot), existen diferencias, algunos más importantes y otros menos importantes, pero desde el punto de vista de la esencia de los preceptos Divinos, que es la Voluntad Divina, todos son iguales.

Extraído de Likutei Sijot, Tomo 13, página 66

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