El otro día, conversando con un científico (un físico, específicamente hablando), estábamos debatiendo el efecto de una simple acción en la inmensidad del universo. Es conocida la idea judaica (similar a la teoría del Caos), en la que una Mitzvá individual en una punta del globo puede afectar positivamente a otra persona en la otra punta.

Pero luego la discusión se centró en el universo. Si está en expansión, en contracción, cuánto mide, cuánto pesa, qué masa tiene, etc. La ciencia, basada en teorías y extrapolaciones, calcula todos estos parámetros y, verdaderamente, los números (que ahora no recuerdo con exactitud) son espeluznantes...

Ahora bien (iba la conversación), si el universo tiene tal o cual tamaño, ¿qué hay detrás de eso? es decir, ¿hacia dónde se expande? La respuesta científica fue "eso no tiene sentido". No hay un "lugar" en donde el universo esté en expansión. La ciencia se ocupa de lo que podemos observar o calcular (con una u otra teoría), pero no tiene sentido hablar de lo que es incalculable. Esta mal decir que no sabemos, lo correcto es decir que no tiene sentido la pregunta.

Es común escuchar que la ciencia se contradice con la Torá. La verdad es que no es así. En general, la ciencia se ocupa de la explicación de lo que vemos, calculamos, etc., mientras que la Torá se ocupa (además) de la explicación de la fuente de lo que vemos, calculamos, etc.

En adición, en la discusión misma se encuentra un paralelismo: lo que la Torá denomina creación ex-nihilo - algo de la nada -, la ciencia lo denomina "pregunta sin sentido". En otras palabras: decimos que nosotros somos "algo" y Di-s, el Creador, nuestra fuente, es "nada" - porque es incomprensible, incaptable. La ciencia llama a esto (la idea de un Di-s infinito) "pregunta sin sentido", pero en verdad, son la misma idea.

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