A cada uno de nosotros se nos asigna justo la cantidad de tiempo que necesitamos para cumplir nuestra misión. Parte de ese tiempo será para estudiar, enseñar, ayudar a otros. Parte de ese tiempo será necesario para ganarse la vida, que también es una tarea divina y significativa.
Pero ninguno de nosotros puede justificar nuestra obsesión con ganarse la vida aduciendo que no deja tiempo para estudiar o enseñar. Esto no es más que una apropiación indebida de fondos: gastarse todo el tiempo asignado en una tarea, a expensas de tu principal propósito en este mundo.