Hoy en día vivimos en la Argentina tiempos políticos muy especiales. Comenzando con la crisis del campo y llegando hasta los docentes en las escuelas, el país entero está movilizado (o quizás debería decir paralizado...) en búsqueda de un cambio. Creo que nadie tiene claro qué debería cambiar exactamente para que todos (y enfatizo, todos, no solamente algunos) los argentinos vivamos mejor, pero todos están convencidos de que se necesita un cambio.
Lo interesante de todo esto es que últimamente apareció una moda muy peculiar para buscar ese cambio: cuando un sector de la población, por más pequeño que sea, está en desacuerdo o siente un descontento con alguna situación en particular, sale a la calle (y no necesariamente a la vereda, sino a la calle donde circulan los autos) y se manifiesta con bombos y pancartas, a veces en forma pacífica y a veces no tanto, complicando la vida de miles de argentinos que circulan por las calles yendo a diferentes lugares.
Muchos sectores de la población se agruparon en las calles del país últimamente para protestar por cambios. Hasta los alumnos de una escuela la "tomaron" para que pongan estufas por el frío que hacía.
Es imaginable el caos que estas protestas espontáneas y otras programadas generan en el tráfico y en la vida en general, porque quien tenía un turno en el médico lo perdió, quien tenía una entrevista laboral también y los niños que deberían estar en las escuelas siendo educados están en las casas, complicando las vidas de padres y madres trabajadores que no tienen con quién dejar a sus hijos.
Y todo esto (y más) surge del atrevimiento de ésta nueva moda de protestas en la calle.
Ahora bien, ¿qué podemos aprender de todo esto en nuestro servicio a Di-s? El Talmud (al final del tratado de Sotá) dice que una de las señales de la época mesiánica es la jutzpá, que se traduce como arrogancia y falta de respeto.
Existen, en general, dos tipos de jutzpá, la buena y la no tan buena. La no tan buena, ya la conocemos, protestas en la calle, falta de respeto por los mayores, etc.. ¿Y la buena? Con el mismo fervor y arrogancia, bombos y platillos con los cuales protestamos frente a las autoridades gubernamentales por mejoras en la situación, deberíamos protestar y exigirle a la máxima autoridad gubernamental del universo, el Creador, el Santo, bendito sea, que mejore la situación general del mundo entero y traiga la Redención Final a manos de Mashíaj.
¿Se imaginan un grupo de rabinos de barba y sombrero sentados en la calle, en la intersección de las avenidas Corrientes y Pueyrredón con pancartas que digan ¡Mashíaj YA!?
Obviamente ésa no es la forma. Pero la idea es esa... busquemos y exijamos un cambio que beneficiará a todos, sin excepción.