Al respecto de este Shabat, Shabat Jazón (llamado así por la Haftará de Shabat, que comienza *Jazón Ishaiahu...*) hay una enseñanza de Rabi Leví Itzjak de Berditchev, de bendita memoria, que en Shabat Jazón se muestra a cada uno de nosotros el Tercer Templo. La palabra *jazón* significa visión.En el judaísmo no existen las casualidades. Todo tiene un significado y un orden determinado. La parashá Devarím siempre se lee en el Shabat anterior al 9 de Av (día de la destrucción de los dos Templos, entre otras calamidades), Shabat Jazón. Por lo cual debe haber una conexión intrínseca entre estos dos asuntos (parashat Devarím y Shabat Jazón). De acuerdo a esta enseñanza entenderemos la conexión.

Con la parashat Devarím comienza el Mishné Torá, la repetición de la Tora de Moshé Rabeinu. Una de las diferencias entre los primeros cuatro libros de la Torá y el último, es que Devarím fue dicho para la generación que ingresó a la Tierra de Israel, por lo que era necesario advertirlos de ciertos asuntos relevantes a la misma.

La diferencia entre la generación del desierto y la que ingresó a la Tierra de Israel es que, la del desierto se caracterizaba por ser una generación de *conocimiento* , se encontraban en el nivel espiritual de Moshé Rabeinu, que tuvo un contacto con Di-s en forma de *visión*. Por otro lado, la generación que ingresó en la Tierra Prometida, dado que tuvieron que involucrarse con el mundo físico (arar, sembrar, cosechar la tierra, etc.) automáticamente se encontraba en un nivel espiritual inferior. Ellos tenían *audición*.

La diferencia entre visión" y "audición" es, que cuando uno ve algo, es infinito, es decir, no hay nada que pueda introducir en uno dudas sobre el asunto, porque uno mismo lo vio. Sin embargo en el caso de la *audición*, cuando uno oye algo, a pesar de que en el momento en que uno lo escuchó está claro en la razón, a través de preguntas uno puede comenzar a dudar de la veracidad del asunto. Esto demuestra que, aún en el momento en que uno lo oyó e internalizó, el asunto era limitado.

Es por eso que en el Mishné Torá, que fue entregado a la generación que ingresó a la Tierra, que se encontraba en el nivel espiritual de *audición*, fue necesario advertir sobre temas como el auto sacrificio, mientras que no fue imperioso advertir de los mismos temas a la generación del desierto.

Sin embargo, hubo una ventaja en la generación que entró en la Tierra, por lo cual está escrito sobre la generación del desierto *porque no llegaron ahora a la paz y la herencia* (Devarím 12:9), que se refiere al Tabernáculo de Shiló y el Templo de Jerusalén, que sólo fueron erigidos una vez que entraron en la Tierra Prometida.

La Cabalá explica que *El comienzo está unido al fin*. Es específicamente en los niveles más bajos, en el mundo físico y material, donde puede encontrarse la esencia de Di-s. Esa fue la ventaja de la generación que entró a la Tierra de Israel, porque sólo a través del descenso, el involucrarse en asuntos físicos y materiales, pudieron llegar al objetivo, la paz (Shiló) y la herencia (Jerusalén).

El Shabat de parashat Devarím indica la unión de dos asuntos opuestos: 1) es un gran descenso (el involucrarse en asuntos materiales). 2) a través de ese descenso se llega a una verdadera elevación (la esencia de Di-s).

El mismo concepto es expresado por Shabat Jazón, en el cual se encuentran los dos extremos opuestos: 1) es parte de los nueve días en los cuales se destruyó el Templo de Jerusalén. 2) a través de la destrucción es que se llegará a la última elevación; como mencionado en nombre del Rabi Leví Itzjak de Berditchev, de bendita memoria, que en Shabat Jazón nos muestran el Tercer Templo, que es más elevado que los dos previos, sea construido rápido en nuestros días a través de nuestro Justo Mashíaj.

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