La oscuridad, sin importar cuán siniestra o temerosa, no es una entidad en sí misma o una fuerza, es apenas la ausencia de luz. La luz no tiene que luchar y sobreponerse contra la oscuridad para disiparla; donde hay luz, no hay oscuridad. Un poco de luz iluminará todo un cuarto.
Lo mismo se puede decir del bien y el mal: el mal no es una entidad en sí misma o una fuerza, sino que es la mera ausencia o el ocultamiento del bien. Uno no necesita "derrotar" al mal del mundo, sino sólo sacar a la luz la bondad que en él habita.
muy bueno y super claro, simple y comprensible para todas las edades! gracias!
simple y claro, me encantó, gracias!