El segundo alma, dice el Alter Rebe, se llama Alma Divina (nefesh haelokit), y es ¡una porción de Hashem en lo alto, literalmente!

La primera persona en tener este alma fue el primer hombre, Adam, y después, ese alma les fue transmitida solamente a los judíos.

La Torá1 dice que Hashem “sopló” este alma dentro de Adam. Esta idea de soplar muestra que el alma proviene de un lugar muy profundo. Podemos hablar por mucho tiempo y no cansarnos, pero si intentamos soplar por un minuto, nos cansamos rápido. Esto pasa porque el soplar saca fuerzas desde muy adentro de nosotros.

A pesar de que todo proviene de Hashem, la diferencia entre el alma y el resto de las cosas en el mundo es que todo fue creado con la palabra de Hashem, mientras que el alma fue creada con el soplido de Hashem. Esto muestra que tenemos una conexión muy especial con Hashem, como un hijo con su padre. Este es el segundo alma que tienen todos los judíos.

El Alter Rebe explica que todas las Almas Divinas del pueblo judío provienen del mismo lugar: la Sabiduría de Hashem. Y da un ejemplo: así como un hijo “surge” del cerebro de su padre, de la misma manera, el pueblo judío es llamado2 “hijos de Hashem”, porque surgen del “cerebro” de Hashem.

Por supuesto que Hashem no tiene “cerebro” como el nuestro. Simplemente decimos que Hashem tiene lo mismo que nosotros (manos, dedos, cuerpo, cabeza, etc.) para tratar de entender cómo Él funciona (porque fuimos creados a imagen y semejanza de Hashem), pero Él realmente no es como nosotros. Él es incomprensible…

¿Qué quiere decir que el hijo “surge” del cerebro del padre? La idea es que el cerebro maneja todo lo que pasa en el cuerpo, es como un gran director de orquesta, al que todos prestan atención y siguen. Por eso se puede decir sin problemas que cuando un hombre tiene un hijo, ese hijo, de una manera u otra “surgió” de su cerebro.

Ahora bien, pese a que todas las almas surgen de Hashem, o sea, todos tenemos el mismo Padre, sin embargo somos todos diferentes: ¿Por qué? Porque el camino por el cual desciende el alma desde su fuente hasta entrar en el cuerpo cuando la persona nace, afecta a cada alma de manera diferente.

Más adelante en el Tania el Alter Rebe explicará cómo es el descenso del alma desde su fuente hasta el cuerpo (un poco en el capítulo 36 y otro poco en el 39). Por ahora alcanza con entender que así como un bebé en el vientre de su madre empieza siendo muy pequeño, como una gota de agua, y la madre desarrolla esa gota durante nueve meses y crecen brazos, piernas, cuerpo, cabeza y demás partes del cuerpo, de la misma manera, el alma “surge” del “cerebro” de Hashem, y pasa por un proceso de desarrollo que afecta a cada alma de forma diferente, unas se vuelven brazos, otras se vuelven piernas y así sucesivamente. Entonces, salimos todos del mismo lugar y en esa fuente somos todos iguales, pero cuando bajamos a este mundo, resultamos todos diferentes.

Con esta idea podemos entender que todos los judíos son como un gran cuerpo, con cabeza, brazos y pies, y cada individuo es una parte de ese gran cuerpo. Los Justos (tzadikím) de cada generación son la cabeza del pueblo y el resto de los miembros están unidos y reciben fuerza de la cabeza, al igual que en una persona, en la cual todos sus miembros son dirigidos por el cerebro. Entonces, como los Justos están unidos a Hashem y nosotros a los Justos, ¡resulta que, en definitiva, estamos todos unidos a Hashem!

De esta manera el Alter Rebe explica por qué nuestros sabios3 dicen que la forma de unirse a Hashem es a través de unirnos a los Justos de la generación.

1Bereshit 2:7

2Shmot 4:22

3Talmud Ketubot 111b

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