En este capítulo el Alter Rebe se detiene principalmente en la idea del temor a Hashem. Hasta ahora habló mucho sobre el amor a Hashem, pero, así como una paloma no puede volar con un ala sola, sino que necesita dos, de la misma manera, nuestras Mitzvot no se elevan a Hashem sólo con amor a Él, sino que necesitan también temor.

Pero: ¿qué viene primero: amor o temor a Hashem? El Alter Rebe llama al temor a Hashem “el comienzo, lo principal, lo fundamental”, o sea, primero viene el temor.

Y ese temor a Hashem tan importante nos sirve, no sólo para cuidarnos de las Mitzvot prohibitivas, sino que también para cumplir las Mitzvot positivas, como el Alter Rebe explicará.

¿Cómo se despierta temor a Hashem? Pensando en la grandeza de Hashem, pensando en cómo es que Él crea todo el mundo, y está en todos lados, y es el Rey por sobre todas las cosas, sobre todos los animales y sobre todos los seres humanos, y sobre nosotros también. Y Él está siempre prestando atención a todo lo que hacemos, decimos y pensamos. Es como si siempre estuviésemos frente a un rey de carne y hueso, que nos pide que hagamos algo y se queda al lado nuestro mirando cómo lo hacemos. Eso, con seguridad, hará que sintamos temor del rey. Así también Hashem, es el Rey de todos los Reyes y nos está mirando todo el tiempo, para ver si hacemos nuestro trabajo bien.

En esta idea hay que pensar antes de hacer cada Mitzvá, para poder hacerla con temor a Hashem. No importa si no sentimos ese temor con el corazón, alcanza con pensarlo (como aprendimos sobre el “Pensamiento del corazón”, en el capítulo 16).

El Alter Rebe da el ejemplo de algunas Mitzvot, de cómo toman otro significado si pensamos en el temor a Hashem antes de cumplirlas. Por ejemplo, los tefilín, se ponen en la cabeza simbolizando que entregamos la cabeza, o sea los pensamientos y la capacidad de Sabiduría, hacia Hashem, para pensar en Él y saber conceptos e ideas de la Torá. El otro tefilín se coloca en el brazo, simbolizando que entregamos el corazón, para sentir amor y temor a Hashem y no amor y temor a otras cosas (como amor al trabajo, al fútbol, etc.). Otro ejemplo que da es del talit, prestemos atención en cómo nos rodea todo el cuerpo, de la misma manera, Hashem nos rodea a nosotros y al mundo entero, y nosotros Lo aceptamos a Él como Rey.

Pero ¿qué pasa si pensamos en todas estas ideas antes de cada Mitzvá e igual no sentimos en el corazón temor a Hashem? Podemos llegar a pensar que nuestra aceptación de Hashem como Rey sobre nosotros no vale nada, pero no es así. El Alter Rebe explica que, como realmente queremos aceptar a Hashem como Rey, y al menos en el pensamiento sabemos que deberíamos temer a Hashem, y la naturaleza de todo judío es temer a Hashem (como se explicó al final del capítulo 19), nuestra aceptación de Hashem como Rey es válida y es considerada un “Servicio completo”, como si fuésemos verdaderos siervos de Hashem.

¿Qué significa ser un siervo? ¿Qué es un “Servicio completo”? Un siervo es un esclavo de su señor. El pueblo judío es llamado en la Torá “los siervos de Hashem1, y la Torá manda al pueblo judío a “servir a Hashem2, esto quiere decir que, aún si estudiamos Torá y cumplimos Mitzvot porque amamos a Hashem (sin temor), no estamos cumpliendo con ser siervos de Hashem, y no estamos haciendo un “Servicio completo”, sino a medias, con amor solamente, sin temor.

Pero la Torá también llama3 al pueblo judío “hijos de Hashem”. Quiere decir que hay dos componentes en el servicio a Hashem: como un siervo y como un hijo. En general, el siervo sirve a su señor por temor, y el hijo sirve a su padre por amor. Por eso se necesita del temor a Hashem aún para cumplir las Mitzvot positivas, para poder cumplirlas también siendo un siervo, no sólo un hijo. O sea, un “Servicio completo” significa un servicio a Hashem con amor y temor a Él.

Pero ¿qué pasa si pensamos en las ideas que despiertan temor a Hashem en el corazón o en la mente y aun así no pasa nada, no sentimos temor a Hashem? Podemos llegar a pensar que no somos siervos de Hashem, pero no es así. El Alter Rebe explica que, como el temor a Hashem y el servicio a Hashem son dos Mitzvot independientes, aún si servimos a Hashem sin temor a Él, la Mitzvá de servir a Hashem la cumplimos igual.

Más aún, el Alter Rebe explica que también cumplimos con la Mitzvá de temor a Hashem, porque, al menos estamos pensando en Hashem como Rey, a pesar de que no sintamos nada en el corazón ni en la mente, al menos estamos pensando en que Hashem es el Rey. Eso es un nivel de temor a Hashem. ¡Algo es mejor que nada! (Ese nivel se llama “Temor inferior” (irá tataá), hay un nivel superior que se llama “Temor superior” (irá ilaá), el Alter Rebe explicará esto en el capítulo 43).

Hasta ahora el Alter Rebe explicó que hay que ser como un siervo, temiendo a Hashem, y como un hijo, amando a Hashem, tanto sea sintiéndolos en el corazón o al menos teniéndolos en el pensamiento. Y explicó que ese temor y amor mientras cumplimos una Mitzvá sirven para sentir o pensar en lo siguiente: no rebelarse contra Hashem y apegarse y acercarse a Él.

Ahora explicará otra idea a tener en cuenta cuando estudiamos Torá o cumplimos Mitzvot: pensar en la unión de nuestro alma y las almas de todo el pueblo judío con Hashem. O sea, así como el alma se está acercando a Hashem al cumplir una Mitzvá, pensemos en que todas las almas del pueblo judío se están acercando a Él. Lo importante de esta idea es que ese acercamiento genera una satisfacción muy grande a Hashem. Además, esta unión le da fuerzas al alma para ser capaz de estudiar más Torá y cumplir más Mitzvot.

A pesar de que sólo los grandes Justos (como se explicó al final del capítulo 10) pueden sentir verdaderamente esta unión de ellos y del resto de las almas del pueblo judío con Hashem, sin embargo, al menos podemos acostumbrarnos a pensar en esta idea, porque también es lo que desea y busca el “Amor oculto” que tenemos dentro de nosotros (ver capítulo 19 sobre este último tema).

Aunque no seamos Justos y deseemos la unión de todas las almas del pueblo judío con Hashem, por lo menos, podemos desear la unión de nuestro propio alma con Hashem y nunca separarnos de Él, ni aunque debamos entregar nuestra vida con tal de no alejarnos de Él (mesirut nefesh).

El Alter Rebe agrega que inclusive el estudio de Torá, la observancia de Mitzvot y el rezo, son una forma de “entregar la vida” por Hashem, porque cuando la persona fallece, su alma está todo el día unida a Hashem pensando en la Torá y el rezo, entonces, si nosotros, en vida, estudiamos Torá, cumplimos Mitzvot y rezamos, estamos uniéndonos a Hashem, igual que el alma en el Paraíso (gan eden).

Y esta debe ser la preparación adecuada antes de las bendiciones de la mañana y del estudio de Torá después del rezo y en cualquier momento del día: “Dado que Tú, Hashem, me diste la vida y me la quitarás, desde ahora mismo ya te la entrego y me uno a Ti con mi estudio de Torá y observancia de Mitzvot”.

Esta entrega de la vida hacia Hashem en el estudio de Torá y el rezo, tiene que ser sólo para causar satisfacción a Hashem, no con el objetivo egoísta de unirse a Él. Es como la satisfacción que tiene un rey de carne y hueso cuando ve a su hijo único salir del cautiverio y retornar a él. Porque cuando el alma se une a Él, está saliendo del exilio de dentro del cuerpo y del Alma Animal. Y sobre esto, todo judío puede pensar en todo momento y en todo lugar, porque esa es la naturaleza del Alma Divina dentro de cada judío.

Solo que además es importante fijar momentos para pensar y meditar en la grandeza de Hashem para generar amor y temor intelectuales y sentidos en el corazón y no contentarse solamente con el “Amor oculto” natural, y quizás, algún día, Hashem quiera que Lo podamos sentir…

1Vaikra 25:55

2Devarím 11:13

3Shmot 4:22

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