Esta semana apareció en los medios locales la historia de una mujer que consiguió un permiso judicial para cambiarse de sexo. A través de una operación se transformó en "hombre".
Un profesor universitario me comentaba que el juez que autorizó la intervención alegó que las acciones de los individuos, mientras no afecten a otras personas son, por así decir, privadas.
Ahora bien, la realidad es que la fisiología del cuerpo es sólo un reflejo de las cualidades espirituales de la persona.
La Torá nos dice que la primera mujer se llamaba Java porque era "La madre de todos los seres humanos" (de la palabra hebera jaiá - que da vida). Por eso su cuerpo contiene os elementos necesarios para dar vida.
La prueba sencilla de este concepto es que un ciego puede tener un hijo que ve. La cualidad de la vista es un potencial del alma que se inviste en el ojo para ver, pero no depende esencialmente del ojo.
Surge de aquí que uno es lo que es, y tiene que aprender a vivir con eso y refinarse a sí mismo. ¿El cuerpo? Es un detalle, una expresión del verdadero ser. Espero que esto no sea un precedente judicial tal, de manera que si uno quiere pasar a ser un caballo le autoricen la intervención quirúrgica...