Si quieres entender algo en toda su profundidad, primero encáralo con la mente de un niño de cinco años.
Pregunta lo obvio e inocente y haz del asunto algo claro y simple. A través de esa claridad, percibirás la profundidad.
Si quieres entender algo en toda su profundidad, primero encáralo con la mente de un niño de cinco años.
Pregunta lo obvio e inocente y haz del asunto algo claro y simple. A través de esa claridad, percibirás la profundidad.