La fiesta de Shavuot, que comienza el jueves a la noche, es una fiesta especial. Cada una de las otras fiestas tiene una o varias Mitzvot que la caracterizan, Pesaj tiene Matzá, Sucot tiene la Sucá y las Cuatro Especies, Rosh HaShaná tiene el Shofar y así sucesivamente, mientras que Shavuot no tiene una Mitzvá específica, más allá de la lectura de la Torá, que es común a todos los días especiales en el judaísmo (hasta los lunes y los jueves se lee la Torá).
Esto nos lleva a pensar sobre el significado de Shavuot. Evidentemente es algo tan profundo que no tiene expresión material. Es decir, las Mitzvot de cada fiesta son los canales a través de los cuales la energía que esa fiesta simboliza y contiene se expresa. La energía de Pesaj se expresa en la Matzá, la de Rosh HaShaná en el Shofar, etc.
En el caso de Shavuot, no tiene una Mitzvá particular, lo que significa que su esencia es tan elevada que no tiene expresión en una Mitzvá particular.
Para entender esto, debemos analizar qué es una Mitzvá. La palabra Mitzvá significa mandato, como una orden, donde está quien da la orden y quien la recibe. El mandato en sí es la voluntad de quien da la orden y genera el canal de conexión entre estos dos individuos. En el caso de la Mitzvá, cada una es la voluntad de Di-s y genera un canal de conexión entre Di-s y el Hombre. A su vez, cada Mitzvá expresa una cualidad de la voluntad de Di-s.
Sin embargo hay un nivel superior que la Voluntad Divina. Di-s mismo. Nuestros sabios explican que la voluntad en el Hombre no es más que una herramienta que hace tender al alma hacia una cosa u otra. En otras palabras, la voluntad está estrechamente ligada al alma, al punto tal que tiene la capacidad de inclinar al alma hacia aquello que se está deseando, pero no es el alma misma. Llevado ese ejemplo hacia Di-s, salvando las infinitas diferencias, la esencia de Di-s está muy por encima de Su Voluntad.
Con ésta idea entenderemos por qué en Shavuot no hay una Mitzvá particular de la fiesta: en Shavuot se expresa la conexión del pueblo judío con la esencia de Di-s propiamente dicha. Ni con Sus Atributos, ni con su Sabiduría, ni con Su Voluntad, con El mismo.
Esta idea aparece en el Talmud, donde se explica que la primera palabra de los Diez Mandamientos, "Yo" - anojí en hebreo – es un acrónimo de cuatro otras palabras: ana nafshi ktavit iehavit - Yo [a] Mi mismo [en éste] escrito [me] entregué. El Talmud nos está diciendo que el impresionante evento que ocurrió hace 3321 años, la Entrega de la Torá, no fue ni más ni menos que la conexión esencial que Di-s estableció con cada uno de los integrantes del pueblo judío, tanto los que estuvieron ahí, como los que no estuvieron ahí en cuerpo y alma, pero participaron espiritualmente de esa experiencia. Esa conexión no tiene forma ni expresión material posible, simplemente es nuestra esencia, y debemos aprender a aceptarla y disfrutarla.
Que recibamos la Torá con alegría y la internalicemos,