Una de las Mitzvot de esta semana se llama Maaké (cerco). Cuando uno construye una casa, debe hacer un cerco en la terraza, para que nadie se caiga. Parece algo lógico, ¿no? Y en realidad lo es. ¿Para qué necesitamos que la Torá nos diga algo que de cualquier manera se nos hubiera ocurrido?
Una de las respuestas es que Di-s creó el mundo de manera que las cosas ocurren de acuerdo a ciertas reglas a las que llamamos Naturaleza.
El pueblo judío trasciende a la naturaleza (tanto en el espacio como en el tiempo). Siendo así, ¿cómo puede ocurrir que un judío construya una casa y alguien sufra un accidente y se caiga del techo? Di-s debería proteger al judío y "revelar" cómo realmente trasciende la naturaleza, impidiendo que las personas se caigan del techo de su casa. Dicho de otra manera, ¡debería haber un milagro de que las personas no se caen de los techos de las casas de los judíos!
Pero no. No confiamos en milagros. Di-s exige, a través de Sus Mitzvot que nosotros "juguemos" según las reglas de la naturaleza y, por ejemplo, pongamos un cerco en el techo de una casa, para que no se caiga nadie.
Una de las aplicaciones de esta idea es que, si bien el pueblo judío es eterno, depende de nosotros revelar esa continuidad en forma práctica. Trascendemos la naturaleza, pero si no vivimos activamente el judaísmo, si nos casamos entre judíos, si no educamos a nuestros hijos en nuestras casas en el judaísmo, esta trascendencia queda oculta. Debemos imbuir el mundo material con nuestra trascendencia espiritual.