Esta semana salió en el diario un artículo interesante (ver nota).

El punto clave de la nota es que la gente ya no sabe elegir pareja... necesitan de una ayuda externa para que el asunto sea exitoso.

Diferentes psicólogos desarrollaron algoritmos para encontrar correspondencias fundamentales entre las personas, de manera de que, cuando se encuentren, haya mayores probabilidades de que la pareja llegue a buen puerto.

Estos algoritmos se utilizan en diferentes sitios de internet, donde uno deja sus datos respondiendo las preguntas (¡¡hasta 258!!), la empresa lo "pasa" por el algoritmo quien se encarga de encontrar una pareja adecuada.

Es impresionante como la tecnología y la era de la información generan herramientas para solucionar los problemas de la sociedad moderna. A pesar de ser ésta una sociedad en general hiperconectada (teléfonos celulares, computadoras con internet, wi-fi, etc.) uno de los problemas más graves es la ¡interconexión! Los jóvenes (o los no tan jóvenes...) no logran encontrar una pareja con quien formar una familia feliz...

¿Cuál es la visión judaica del asunto? Como mencionamos muchas veces, el judaísmo no predica el abandono de la tecnología, todo lo contrario, nuestros sabios explican que todo lo que Di-s creó en el universo tiene su razón de ser y utilidad para el servicio a Di-s.

En el caso de los shidujím - formación de parejas - también hay muchos sitios de internet exclusivamente judíos para encontrar y formar parejas. Lo interesante de este novedoso avance tecnológico es que no es más que un retroceso o un retorno al antiguo y muy exitoso sistema milenario judío.

¿Cómo funcionaba (y sigue funcionando así en los círculos de judíos observantes) la búsqueda de parejas? Muy sencillo: uno se citaba con una chica (o chico, dependiendo del sexo opuesto) y conversaba. Caminaba, paseaba, y... conversaba. ¿Sobre qué? Sobre los objetivos de la vida, sobre Di-s, sobre la familia, temas que llevaban a conocer quién era la otra persona y qué es lo que quería de su vida y su cónyuge. A todo esto, la pareja no solo no se daba un beso, sino que ni siquiera se daba la mano... Y así varias citas, hasta que uno consideraba que ya conocía a la otra persona y deseaba, o no, compartir su vida con él/ella, con lo que el próximo paso era el matrimonio o simplemente la pareja se deshacía, como si nunca se hubiesen conocido.

Hoy en día, lamentablemente, el conocer pareja pasa por otro lado... el aspecto físico predomina en cada encuentro, encegueciendo a los aspectos más verdaderamente íntimos y esenciales de la persona, con lo cual puede ocurrir que la pareja se case, sin siquiera tener una idea (ni hablemos de conocer a la la pareja...) de los intereses reales del otro...

Es por eso que es muy interesante cómo los recursos tecnológicos más modernos nos llevan a plasmar para el público en masa un sistema que parecía haberse olvidado... Cuando la pareja se conoce "electrónicamente", no hay lugar para el contacto físico, todo lo que hay es una pantalla con o sin foto, con o sin webcam, y un montón de lineas de texto.

El punto es aprender a usar este sistema que si funciona y tiene miles de años de utilización de la manera apropiada y expandir el conocimiento en forma virtual aún cuando la pareja se encuentra en la práctica frente a frente, en una plaza, paseando, caminando, etc. para que lo físico no opaque a lo espiritual.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dieciocho − 7 =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.