En el judaísmo la idea de la crítica tiene un lugar muy importante. Desde el precepto de advertir a un prójimo ante un comportamiento inapropiado (la Mitzvá de hojeaj tojíaj et amiteja - has de advertir a tu prójimo) que, forzosamente está ligada a una crítica sobre una determinada situación, hasta los numerosos dichos de Shlomó HaMelej, el hombre más inteligente de la tierra, entre los cuales aparece (Mishlei 12:1) "[Quien] ama las advertencias, ama el conocimiento; [quien] odia las críticas [es un] tonto".

La definición misma de la crítica abarca diferentes aspectos, como "El arte de juzgar y evaluar las cosas" o "Censurar a alguien o algo" (Diccionario de la lengua española Espasa-Calpe - 2005).

¿Dónde está la clave en la crítica, para que sea positiva? Hay dos aspectos: 1) el dador y 2) el receptor.

Analicemos a quien emite la crítica. Nuestros sabios dicen "palabras que salen del corazón, entran en el corazón" es decir, para que la crítica sea constructiva y positiva debe ser honesta, sincera, con amor por el prójimo y por su bienestar, con el objetivo de elevar al otro, y no de rebajarlo y, por sobre todas las cosas, salir desde lo más profundo del corazón. Porque cuando no sale del corazón casi siempre está teñida de intereses secundarios, que ocultan la verdad y generan que la persona critique esperando sacar alguna ventaja de la crítica, ya sea material o espiritual.

Por el otro lado, quien recibe la crítica también es un factor fundamental en el análisis, porque pueden ocurrir varias situaciones fuera del alcance del dador, como ser: 1) quien recibe la crítica ni siquiera está abierto a escuchar del dador, 2) aún si escucha, no asume que se aplique a él esa crítica, 3) aún si asume que se le aplica a él, lo toma como crítica destructiva y negativa, y no como positiva.

Más allá de lo presentado y llevando esta idea a un nivel más profundo, el Tanaj (la Biblia) nos cuenta una historia del Rey David (Shmuel 2 16:5-13) quien, mientras estaba huyendo de la Tierra de Israel perseguido por su hijo Avshalom, Shimí ben Guerá se le acercó y lo maldijo en la cara, directamente. ְAvishái ben Tzeruiá, el Jefe del Ejército de David quiso matarlo, pero el Rey le dijo "déjalo, porque Di-s le dijo que me maldiga". De aquí aprendemos que cuando una persona recibe una crítica, no es porque el dador decidió darla, sino porque Di-s considera que el receptor debe escucharla.

Quizás podríamos agregar, que es más significativo el rol del receptor que el del dador. Es decir, si uno se siente tan mal cuando lo critican: ¿será porque es verdad lo que está escuchando? o, desde otra perspectiva: si uno siente una crítica a su comportamiento ¿será porque su propia actitud hacia el dador es la de generar conflicto y criticar (lo que hace que todo lo que salga de boca del dador sean sólo críticas y conflictos)?

Para concluir, otra frase de Shlomo haMelej (Mishlei 6:23) "Porque la Mitzvá es como una vela y la Torá como luz, y el camino de la vida [son las] críticas [y] advertencias".

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