En la parashá de esta semana (Lej Lejá, vete) encontramos una historia extraña. Avraham (que, en realidad, aún se llamaba Avram, sólo al final de esta sección Di-s le cambia el nombre) viaja hacia la tierra de Cnáan. Hay hambruna allí, por lo que decide descender a Egipto. Justo antes de llegar, le pide a Sara (que se llamaba Sarai) que diga que él es su hermano, no su marido, no vaya a ser que lo maten a él para quedarse con ella, porque era muy bella. De hecho, el versículo dice (Bereshit 12:11): “Recién ahora se que eres una mujer hermosa”. Sara es llevada a la casa de Paró y, cuando éste intenta tocarla, es golpeado con enfermedades, hasta que devuelve a Sara y le da a Avraham riquezas, para luego echarlo de la tierra de Egipto.

Lo extraño de la historia (entre otros detalles) es que Avraham está colocando a Sara en una situación de peligro grave al viajar a Egipto: ¿Por qué lo hizo? Si bien él tenía grandes méritos y ella también, pero no está permitido apoyarse en milagros... No esta permitido ponerse en peligro.

Los comentaristas discuten esta cuestión: el Ramba”n (Najmánides) dice que, efectivamente, Avraham pecó al ir a Egipto, debería haber confiado en que Di-s podía alimentarlo en la tierra de Cnáan. Por otro lado, el Or HaJaím dice que Avraham sólo reconoció la belleza de Sara llegando a Egipto. Si hubiese sabido antes, no hubiese ido a Egipto, sino a algún otro lado a buscar alimentos. Una vez que ya estaban ahí, no tenía otra opción.

Desde una perspectiva mística, la historia de Avraham y Sara tiene un significado mucho más actual: Avraham representa al alma, mientras que Sara al cuerpo. Entre ellos hay una relación muy estrecha, de mutuo beneficio, por así decir.

El alma es algo abstracto, nuestros sabios la definen como “un pedazo de Di-s en lo alto, literalmente”, mientras que el cuerpo es algo material y tangible. El alma es enviada por Di-s hacia el cuerpo para que, juntos, logren refinar la parte del mundo que les toca vivir. El alma refina al cuerpo, mientras que el cuerpo le permite al alma observar Mitzvot (ya que, en su mayoría, son acciones físicas materiales, como colocar una Mezuzá, comer Maztá en Pesaj y así sucesivamente) y así elevarse por encima del nivel en el cual se encontraba antes de bajar e investirse en el cuerpo. De hecho en eso consiste la idea de que el alma (Avraham) sólo frente al peligro se dio cuenta de la belleza del cuerpo (Sara), porque justamente ahí el alma ve el potencial de crecimiento “escondido” en el cuerpo.

El beneficio del peligro de Sara, entonces, era doble, tanto para Sara como para Avraham: el alma refina al cuerpo, pero, justamente superando las dificultades de la vida, es decir, a través de que el cuerpo se “pone en peligro” al verse enfrentado a tentaciones, pasiones y dificultades en la vida, es que hay elevación para el alma. Más aún, este beneficio mismo se ve en la historia, cuando Paró, luego de devolverle a Sara, ¡le da a Avraham grandes riquezas!

La vida entera está formada por una secuencia incesante de desafíos, unos más simples (como aprender a desenvolver el envoltorio de un caramelo) y otros más complejos (como cuando fallece un ser querido). Todos esos desafíos son presentados por Di-s en la vida de cada uno para superarlos y crecer en base a ellos. Como dice el dicho, “el que no arriesga no gana”: Avraham, el alma, debe poner a Sara, el cuerpo, en peligro, para que ambos puedan crecer y fortalecerse mutuamente. Di-s da a cada uno los desafíos que necesita para crecer y las fuerzas necesarias para superarlos. Es cuestión de ejercer el poder de superación.

3 comentarios en «Cuerpo y alma»

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