La parashá Ki Tisá comienza con la elevación del pueblo judío: Cuando eleves la cabeza de los Hijos de Israel" es la traducción literal del segundo versículo. Sin embargo, a continuación cuenta sobre un descenso de Israel: el pecado del Becerro de Oro. ¿Cómo puede ser que un pecado tan grave como éste, raíz de todos los pecados, que causó una gran caída espiritual al Pueblo Judío, se encuentre dentro de una parashá cuyo nombre es "Tisá" - elevar, no es el pecado lo opuesto de la elevación?"La fuente de la pregunta surge desde la enseñanza de nuestros sabios, que el nombre de cada cosa indica el contenido conceptual de la misma. Por lo tanto, los nombres de cada parashá, llevan dentro suyo el contenido conceptual de la parashá. En nuestro caso, la parashá se denomina elevación", mientras que el contenido es descenso.
Además, diferentes detalles de la parashá requieren explicación. Luego del pecado del Becerro de Oro, la Torá describe la importancia de las Primeras Tablas del Testimonio: "Obra Divina son, y la escritura, es escritura Divina". Aparentemente, el lugar apropiado para describir las Tablas es en parashat Mishpatím, donde Di-s manda a Moshe ascender al Monte Sinai para recibir las Tablas, y no aquí como continuación del pecado. De la misma manera, debemos entender por qué brillaba el rostro de Moshe sólo cuando bajó con las Segundas Tablas y no también cuando bajó del monte con las Primeras Tablas del Testimonio.
Para entender la respuesta a todos estos interrogantes, debemos saber primero, que todo asunto en el universo tiene tres etapas: comienzo, desarrollo y fin. El comienzo de toda cosa, es como ésta surge de Di-s. Luego, en el desarrollo, la cosa pasa a formar parte de las definiciones y limitaciones de la creación, donde ya es posible un descenso, que es causado por la creación misma. El final de toda cosa es el ascenso definitivo - el retorno a su fuente o, dicho de otra manera, la realización final de su objetivo y razón de ser.
La parashá Ki Tisá contiene en sí estos tres pasos.
Es por eso que se llama "Tisá" - elevación, porque la Torá revela el contenido interno de cada cosa, y éste es la elevación final. Aún el más profundo descenso, como el causado por el pecado del Becerro de Oro, es un descenso necesario para un posterior ascenso, y es causante de ese gran ascenso.
Nuestros sabios dicen "la única razón por la cual el Pueblo de Israel hizo el Becerro de Oro es para dar una excusa a los baalei teshuvá - aquellos que retornan al camino de la Torá". También dijeron: "El Pueblo de Israel no era merecedor de tal acto". El pecado del Becerro de Oro, que causó un descenso tan grande, se transformó, al final, en un camino para llevar al Pueblo Judío a un gran ascenso - teshuvá.
Por eso la parashá enfatiza la importancia de las Primeras Tablas. El elevado nivel espiritual que éstas tenían, simboliza el primer paso de toda cosa, como ésta surge de Di-s. Luego viene el segundo paso, el descenso causado por la creación misma. Es sólo a través de éste descenso, que puede llegarse a la elevación máxima de las Segundas Tablas.
Di-s dijo a Moshe: "No te sientas mal por las Primeras Tablas, porque sólo tenían los Diez Mandamientos. En las Segundas Tablas voy a darte halajot - leyes, midrash - interpretaciones y hagadot - historias... el doble". También dijeron: "Si el Pueblo de Israel no hubiese pecado, sólo les hubieran dado los Cinco Libros de Moshe y el Libro de Ioshúa". De aquí vemos que justamente el pecado trae un gran flujo de Torá que no había sido dado antes (ni hubiese sido dado posteriormente).
La gran elevación que viene con las Segundas Tablas del Testimonio se expresó, también, en el hecho de que "el rostro de Moshe brillaba". Dado que Moshe recibió entonces una revelación de una sabiduría superior (tanto Torá Escrita como Torá Oral), le brilló el rostro, como está escrito: "La sabiduría del hombre ilumina su rostro". Este ascenso es una preparación para el ascenso final que vendrá con la Redención completa rápido en nuestros días.
Adaptado de Shulján Shabat