Estudiar con un niño es una ocasión especial. El niño recibe la atención dedicada de su padre (o madre) y se crea una interacción que permite cuestionar, discutir y practicar, cosa imposible cuando el niño es solamente oyente de una historia.
Sin embargo, se debe tener sumo cuidado de no tornar negativa la experiencia de aprendizaje, siendo demasiado impaciente o crítico. Esto hace que el niño rechace estos momentos de estudio en lugar de ansiarlos.
La invitación al estudio debe ser suave. Durante el aprendizaje el contacto físico transmite confianza y energía, también las palabras de aliento.
Es posible corregir a un niño utilizando solamente palabras positivas. Uno simplemente debe recordar la meta: darle al niño confianza en sí mismo y las habilidades necesarias para la realización de sus tareas.
Hay dos formas de corregir a un niño: 1) con críticas al trabajo, apuntando todo lo que esta mal hecho, haciendo que el niño pierda ganas de trabajar y que continúe produciendo trabajos de baja calidad. 2) comentar los puntos buenos del trabajo, aún así sea algo pequeño, reforzando la confianza del niño y haciendo que mejore cada vez más para lograr más elogios.
Así cada sesión de estudio se torna una experiencia positiva para el niño, desarrollando alegría en el aprendizaje y dejándole dulces recuerdos de su infancia.