Saludos y Bendición:

... He recibido su carta en la que describe su opinión y sentimientos acerca del Judaísmo, sus coincidencias y sus conflictos, etc.
No me resulta totalmente claro de su carta cuál es la cuestión en particular que usted me pide consejo, y si es que lo hace. Sin embargo, ya que nuestros sabios nos enseñan que todo judío está obligado a interesarse por su prójimo-judío, aunque sea un extraño total, cuánto más en este caso, donde usted me escribió y abrió su corazón. Por ello, lo considero mi obligación, y además un privilegio, el contestarle en ese mismo espíritu, que usted podrá, si desea, aceptar como consejo o sugerencia, o simplemente considerarlo como mi propio pensar dicho en voz alta.
A manera de introducción, es necesario tener una clara comprensión acerca de cuál es la posición en que están parados ciertos movimientos en relación al Judaísmo auténtico. Cuando miramos de cerca sus principios, podemos confirmar sin dudas, que estos movimientos están basados en la transigencia, y en la renuncia a principios fundamentales a favor de conveniencias, para un ajuste más fácil a un tiempo y lugares particulares.
La consecuencia de esta actitud, es ante todo, que cuando uno empieza a hacer concesiones, y no se adhiere a los principios de inviolabilidad de la fe pura y de la Ley Divina, no se puede saber hasta dónde se puede llegar. La naturaleza humana es tal que una vez que se acepta el principio de transigencia en cuestiones de fe, se está encadenado a una constante erosión, cada vez con mayor frivolidad y menores reparos. En segundo lugar, se está minando el respeto por nuestra religión, sabiendo que se puede negociar" con ello; un poquito de aquí, otro de allá; y de lo que queda, ¿qué valor y qué sentimiento de obligatoriedad puede tener? Más todavía, se pierde el auto respeto, y al reconocer la falta de coraje y la debilidad personal para adherirse a sus propias creencias o a las de su pueblo, se toma en su lugar una línea de menor resistencia.
Los jóvenes, llenos de energía y determinación y fe, no están por naturaleza inclinados a comprometer ningún campo, menos aun en los altos valores de la vida. Esto explica porqué a la mayoría de los conformistas de los aspectos sociales y convencionales de la vida se los encuentra entre la gente de mayor edad. En consecuencia, los jóvenes toman sus convicciones personales con mucha más seriedad y al mismo tiempo están expuestos a ser afectados por ello.
¿Acaso la joven generación está preparada para enfrentarse con los aspectos reales de la vida?
Desafortunadamente, en América, la mayoría de los padres, por mejor intención que tengan, se preocuparon más por el bienestar material que del espiritual. La razón de ello no es difícil de encontrar; después de las dificultades que tuvieron que enfrentar, sea como inmigrantes o como hijos de inmigrantes, y habiendo encontrado que las convicciones y principios religiosos frecuentemente son restrictivos en una sociedad materialista, motivo por lo que hicieron el máximo para proteger a sus hijos de las dificultades económicas que ellos tuvieron que soportar. Fue así que su interés principal fue el proveerles con carreras y profesiones, u otros medios de seguridad económica, dejando en sus hijos, la tarea de encontrar su propio camino, en relación a temas como la religión y su comprensión del mundo. Por mejor intencionados que fueran esos padres, el resultado fue siempre el mismo: se incentivó una forma de vida en donde los principios fueron sacrificados en aras de lo expédito, donde las tradiciones se dejaron de lado por las ganancias materiales, actuales o imaginarias.
No es asombroso que tras las terribles circunstancias que sacudieran al mundo en general, y al mundo judío en particular, nuestra generación haya encontrado a los jóvenes, hombres y mujeres, totalmente sin preparación. Las guerras mundiales en una escala sin precedentes, seguidos de crecimientos y caídas de la economía, han hecho trizas de las esperanzas y aspiraciones mismo en las esferas materiales. En relación al mundo del espíritu, la bancarrota de ideas e ideologías ha dejado a mucha gente joven terriblemente desilusionada en lo moral y lo espiritual. Un vacío se formó en sus mentes y sus corazones al que no supieron llenar. La desilusión y frustración extendida ampliamente entre la joven generación, y también entre los no tan jóvenes, tuvieron como resultado las enfermedades éticas, morales y sociales, que desgraciadamente son bien conocidas y muy dolorosas para ser elaboradas en este espacio.
Afortunadamente, se puede ya discernir claramente que hay un nuevo camino entre los jóvenes hombres y mujeres, y especialmente entre la juventud académica, que se acercan al mundo de las ideas y del pensamiento. Siendo "Hijos del Pueblo del Libro", de una nación santa de esencia espiritual, ellos se inclinan por naturaleza y herencia, al menos en el subconsciente, hacia lo espiritual. Su desilusión e insatisfacción los llevó a buscar una nueva forma de vida que les pudiera dar una porción de "tierra firme" bajo sus pies, dando a su vida sentido y paz interior.
Algunos de ellos han sido afortunados en lograr encontrar su lugar, sea por designio o por "accidente" (y todo es, por supuesto, por Providencia Divina), que los ubicó en el camino correcto. Otros, por desgracia, están todavía dando vueltas en la oscuridad. Es la obligación del momento y el desafío de nuestros días el ayudar a estos jóvenes hombres y mujeres para que encuentren el camino de vuelta a las "fuentes de aguas vivientes" donde saciar su sed de Vida. Nosotros en Lubavitch hemos hecho de ello nuestra "ocupación" haciendo todo lo posible para ayudarles. Mas esto, por supuesto, es la obligación y privilegio de todo judío, siendo que el mandamiento de "ama a tu prójimo como a ti mismo" es para cada uno de nosotros.
No hace falta decir, que la transición de una forma de vida a la otra, está colmada de pruebas y tribulaciones. Es por ello, que cuanto antes se supera el período crítico, mejor. Hace falta determinación y entrega, y cuando estas no faltan (ciertamente que no faltan en lo potencial, y tan sólo hace falta traerlas a la superficie), las dificultades serán mucho menores que como nos parecieran en un comienzo. A veces hace falta un salto inicial para cortar con el pasado, pero entonces lentamente, pero con seguridad, el seguir es cada vez más fácil. Se debe tratar de acortar los dolores del parto y de la transición, y cuanto antes emerger al mundo nuevo de la Torá y las Mitzvot, lo que contiene la llave para la paz interior, la paz, la verdadera satisfacción y la felicidad.
De lo dicho anteriormente, podrá comprender cuál es mi opinión en relación al tema de su carta. Usted habla acerca del choque entre su decisión original de seguir aquello que comprende como el camino correcto frente a la reacción de sus padres. Pero permítame decirle que mismo desde el lugar de los padres, seguramente que su primer y último deseo es ver que sus hijos son felices. Cualquiera que su idea de la felicidad pueda ser, ellos seguramente comprenden que sin armonía y paz interior, la vida es muy miserable. Mirando a la situación desde el punto de vista de ellos, si usted actúa bajo presión y acepta una forma de vida por compromiso a ellos, es posible que por un tiempo se eviten las fricciones. Pero debemos pensar en términos de toda la vida, no de lo inmediato, y tal como fuera señalado arriba, y claramente indicado en su carta, esta es la clase de vida con la cual usted no podría hacer las paces. Tarde o temprano sus padres reconocerán, o lo sentirán instintivamente, que ellos fracasaron en su propio objetivo.
Las limitaciones de una carta no permiten extender la discusión. Sin embargo, será esto suficiente para presentar los puntos más importantes y así usted los pueda elaborar por si mismo.
Antes de concluir, quiero hacer referencia a la persona que menciona en su encuentro, y cuya vida puede bien servir de ilustración. Como usted probablemente sabe, él nació y fue criado, junto con el resto de su familia, bajo el régimen comunista. Parecía imposible, al menos en el orden natural de las cosas, el poder escapar de allí. Se podría concluir que la única cosa para hacer bajo esas circunstancias era ajustarse a las condiciones prevalecientes, y cuánto más aun, cuando la minoría religiosa a la que él y su familia pertenecen, no era solamente una minoría, sino una minoría que había sido seleccionada para una persecución total por el régimen dictatorial, y que no podía ser derrotado por los procesos democráticos. Sin embargo, él y sus hermanos y toda su familia, se mantuvieron con firmeza y no hicieron concesiones. Ahora él y sus hermanos han establecido sus hogares en una nación libre, bajo los fundamentos de la Torá y las Mitzvot que fueron recibidas en su casa paterna aun bajo el régimen de los comunistas, y hoy no necesitan avergonzarse de su pasado.
Ellos comprenden que la libertad y la oportunidad que aquí y ahora disfrutan, también les impone obligaciones adicionales hacia sus hermanos judíos. Comprenden que después de que una porción tan grande de nuestro pueblo, fuera brutalmente aniquilado en la Segunda Guerra, la obligación de cada judío sobreviviente es mucho mayor.
Lo que se ha dicho en esta carta es un análisis general y para arrojar luz a la situación y a su solución. Respecto al método para llevarlo a cabo, esto deberá ser decidido a la luz de las personalidades que están incluidas, también las circunstancias y los distintos factores. Un acercamiento amistoso y cordial, acompañado por la firmeza adecuada, es el método y el camino de la Torá, como también el método más efectivo.

Con todos los buenos deseos, y con bendición,
(Firma)

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