La primera creación fue el Tiempo. Comenzó, terminará y luego no estará más. Cada respiración, cada pestañar y cada latido del corazón ocurre sólo una vez. Ninguno jamás se repetirá en forma precisa. Cada instante de la vida es una cruda piedra preciosa, informando, diciendo, "Revela mi potencial, desata mi secreto, haz conmigo algo para revelar mi razón de ser, ya que estoy aquí en este instante, y nunca más de nuevo".
Y lo mismo ocurre con nuestra misión: Elevar el tiempo y hacerlo santo.