En la parashá de esta semana se habla de un toro que cornea. La ley es que cuando ya corneó tres veces, se vuelve muad, es decir, acostumbrado a cornear y de acuerdo a su estado (tam - simple - o muad - acostumbrado) se definirá el pago de los daños que causó.
Si bien esta es una ley de la Torá, no podemos simplemente quedarnos con la idea y seguir adelante, debemos extraer alguna enseñanza práctica en nuestra vida actual. Si bien no vivimos (en general) entre toros y vacas, eso no quiere decir que la Torá es anticuada.
Cada uno de nosotros tiene un toro dentro suyo, que es su alma animal, sus instintos naturales que lo llevan a cumplir con sus más básicas necesidades fisiológicas, y algo más, a expresar los deseos superfluos y negativos (animales) del corazón.
Al comienzo de la vida de la persona este "toro" es tam, no tiene inclinaciones negativas ni causa daños. Luego de que ya corneó - es decir, ya dio rienda suelta a sus deseos negativos - lentamente va volviéndose muad, se va acostumbrando a que así es la vida, sin Torá, sin Mitzvot.
¿Cómo se hace para volver a ser un toro tam? La Torá define que cuando el toro muad cambia de dueño, automáticamente se vuelve tam - simple.
De aquí podemos aprender una lección importante: la Torá plantea leyes y estatutos, castigos y recompensas, un sistema que cierra y se autoprotege de "invasores", de cambios de acuerdo a los tiempos y conveniencias. Y ¿qué pasa cuando uno quedó fuera del sistema, cuando uno ya está "acostumbrado a otra cosa? Entonces la Torá dice: ¡Cambiá de dueño!. El concepto de Teshuvá - retorno hacia Di-s - es una llave para pasar por arriba al sistema, para corregir hasta los pasados más oscuros. Teshuvá significa cambiar de dueño, hacer de Di-s el dueño de nuestras vida, para volver a ser nosotros mismos, tal y cual éramos desde el comienzo de nuestras vidas - tmimím - simples e íntegros con Di-s.