Nos acercamos al 17 de Tamuz, un día en el cual, entre otras cosas, la muralla de Jerusalém fue penetrada en el año 69 e.c., hecho que llevó a la destrucción del Primer Templo y exilio del pueblo judío.

Es un día de ayuno. Sin embargo, es el día en el cual comienza la redención final. Es decir, justamente porque la ciudad fue penetrada, el Templo quemado y el pueblo llevado al exilio, que podemos volver.

Cada cosa que ocurre en la vida de la persona tiene repercusiones inimaginables, como es bien sabido en la ciencia moderna, que una mariposa batiendo sus alas en una punta del mundo puede generar un maremoto en la otra punta. Cuanto más aún las acciones de los seres humanos. Sólo para dar un ejemplo, la forma en que uno educa a su hijo repercute en él, en sus hijos y en todas las generaciones por venir.

De la misma manera al respecto del 17 de Tamuz: es el primer paso de la redención. Ahora bien, podría haber sido diferente. Podríamos haber actuado de mejor manera para no tener que pasar por un 17 de Tamuz (ni por el exilio en el cual nos encontramos). Si bien lo que ya ocurrió es historia, debemos aprender para nuestro futuro:

El objetivo final por el cual Di-s creó el universo, va a ocurrir, porque así Di-s lo quiere. Nosotros elegimos, a través de nuestras acciones, si pasamos por otro 17 de Tamuz y esperamos miles de años más para volver, o si desde un comienzo salteamos todos estos sufrimientos del exilio y traemos a Mashíaj YA.

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