Es una escena que se repite todos los días: llegado el horario de ir a dormir, los chicos encuentran todo tipo de excusas para negarse. "No estoy cansado", "No quiero dormir", "No me gusta dormir", "Quiero comer más", "Quiero jugar", la lista es interminable.
Es muy fácil entrar en la desesperación, uno trabajó todo el día por lo que está cansado, uno puede haber tenido dificultades durante el día, laborales, personales, por lo que el nivel de paciencia se reduce y, simplemente, es muy fácil entrar en desesperación....
¿Cuál es la motivación de los chicos para no querer irse a dormir? Exprimir el tiempo. Usar al máximo cada segundo. Aún así sea en forma poco placentera, ya que pueden llorar por un tiempo prolongado pero a la cama no se van, aún así, usan cada fracción de tiempo en algo (para ellos) productivo.
En la parashá de esta semana vemos algo similar. Cuando Iosef finalmente se reúne con Iaacov, la Torá nos cuenta que llora. Pero Iaacov no. El Midrash nos dice que la razón por la cual no lloró es porque estaba ocupado diciendo el Shemá Israel (una plegaria sobre la unicidad de Di-s). ¿Y por qué lloró Iosef? La explicación más simple es porque estaba emocionado. Desde una perspectiva más profunda, el Zohar nos cuenta que lloró por la destrucción del Templo y por el exilio en el que nosotros vivimos.
Siendo así, la pregunta es: ¿por qué Iaacov no lloró? ¿acaso no le importaba nuestro sufrimiento? La respuesta es muy simple: Iaacov estaba aprovechando al máximo el tiempo. Iaacov no veía lugar para el llanto, en lugar de eso, había que hacer, trabajar en aras de corregir o aliviar la situación. Como los chicos, que no tienen tiempo para dormir, porque cuando duermen no pueden ni jugar, ni comer, ni llorar, etc.
Iaacov nos estaba enseñando una lección de vida (y una lección de psicología...): cuando las cosas no salen bien, cuando uno esta entrando en desesperación, no hay lugar para llorar. Uno debe actuar. Debe trabajar arduamente para mejorar su situación y no perderse en suspiros y llantos.
Y en cuanto a los chicos... paciencia y firmeza, es decir, aprendamos de Iaacov que de nada sirve patalear ni perderse en gritos. Simplemente llévelos a la cama, cuénteles un cuento, cante una canción y ¡a dormir!
Me encanta la frase. el tiempo de Dios es perfecto, todo tiene su lugar. La vida es una partitura con sus silencios sus ritmos y su melodía.
Jose Maria Aristimuño