Los Antiguos Griegos no podían entendernos. Nos pidieron que describamos a nuestro Di-s. Les dijimos que no se puede describir. Nos pidieron que expliquemos cómo creó el mundo de la nada. Les dijimos que no se puede explicar. Entonces afirmaron que lo que no se puede explicar no existe.

Y así continuó el debate entre filosofía y Torá por muchos siglos. Paso a paso, el hombre describió y explicó todo lo que vio, hasta que no dejó lugar para los milagros, la profecía, la providencia divina, para Di-s.

Entonces las fuentes de la sabiduría se abrieron para la humanidad y observamos dentro de los misterios del átomo, los campos de energía, los agujeros negros en el espacio.

De repente, el universo se volvió nuevamente un lugar sorprendente. De repente descubrimos que la existencia misma no podía ser realmente descripta o explicada. En realidad, el mayor misterio es que todo exista.

Hoy en día esta bien creer en lo sobrenatural, porque las "Leyes de la Naturaleza" fueron depuestas de su trono. No hay razón alguna para negar el libre albedrío, porque la cadena de hierro de Causa y Efecto se aflojó. Hoy en día, nuevamente, los científicos hablan de la unidad del cosmos y de su Conciencia interior.

Hoy en día, si alguien te dice que la Ciencia tiene todas las respuestas, responde que si, las tiene. Su respuesta es párate en absoluta reverencia ante el diseño de este universo en el cual vivimos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

17 − ocho =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.