La historia del pueblo de Israel no es solamente una levantada y una caída. Es un proceso, una purificación, un tamiz de muchos filtros, un horno ardiente que refina el oro crudo una y otra vez, hasta que queda el oro más puro.
Esta es la razón por la cual Hoy podemos cumplir una Mitzva en un mundo tan extraño a las Mitzvot. Para llenar nuestras vidas con aquello que llenaba a nuestros antepasados y crear niños de esa manera. Niños que vayan contra la corriente de la cultura a nuestro alrededor para que sean inherentemente judíos en su interior.
No es con nuestro propio poder, nuestras propias mentes. Es una memoria oculta, la fuerza indestructible que sobrevivió cómo nuestra herencia.