En el orden de la Hagada, el hijo rebelde que cuestiona todo se sienta antes que el hijo que no tiene nada que preguntar.
Porque si el hijo rebelde tiene preguntas, es porque algo lo toca, le dice algo, quizás hasta le molesta.
Pero un ser humano totalmente capaz que no tiene preguntas sobre la Torá y Dios, está trabado en su lugar.
Quizás es un buen judío observante que hace buenas acciones y nunca peca. Pero no tiene sentido de espíritu ni significado en su vida, no tiene sentido de trascendencia.
Él también tiene que dejar Egipto, y conocer algo superior.
Segundo Seder, 1965.