Uno de los asuntos de la sección de esta semana, llamada Reé (observa), trata de las leyes de idolatría. Moshe advierte al pueblo judío, a punto de entrar a la Tierra de Israel, que no aprendan de las costumbres de los pueblos que la habitan, ya que son todos idólatras.

En medio de la descripción de estas leyes, la Torá dice (Devarím 13:1): "Todo lo que Yo te mando [...] no agregues ni restes". Más aún, si un profeta que fue probado como tal, dijese que debemos ir a servir a otro dios, la Torá manda a no escucharlo. En otras palabras, la Torá se protege a sí misma de ser modificada.

En cuanto a los decretos y mandatos rabínicos, la Torá establece que debemos hacer un cerco alrededor de ella para no transgredirla, manda a escuchar lo que nuestros sabios dicen y, por sobre todo, un decreto rabínico no es una Mitzvá bíblica, es decir, si un sabio dijese que lo que él dice como decreto es parte de la Torá Escrita, estaría transgrediendo el "no agregues", pero si sólo tiene la categoría de decreto rabínico como cerco y protección, no se considera agregar a la Torá. Lo mismo ocurre con las costumbres, no son agregados a la Torá porque nadie dice que tal o cual costumbre es una Mitzvá que la Torá manda.

Volviendo a la idolatría, nuestros sabios explican que si no fuese porque Di-s nos quitó el deseo de hacer idolatría, sería muy difícil soportar la tentación. Por eso, hoy en día cuesta comprender por qué la Torá advierte tan vehementemente sobre la idolatría. Sin embargo, cada cuestión en la Torá es eterna, porque forma parte de algo eterno y, por lo tanto, más allá de la aplicación legal del concepto (como la idolatría y sus leyes), debemos encontrar algún significado para la vida cotidiana, en cualquier momento y en cualquier lugar.

El concepto central de la idolatría consiste en darle importancia a algún otro asunto excepto Di-s. Por ejemplo, que la persona considere que Di-s es el "Di-s de todos los dioses" pero que hay otros dioses y que es apropiado servirlos para obtener algún beneficio. En términos más simples y prácticos: la idolatría, fundamentalmente, es que la persona le de importancia a algo que, realmente, no la tiene. Hay quienes son sirvientes del dinero, los hay de la belleza física, del honor o el poder, todas formas de idolatría. (Cabe aclarar que me refiero al concepto de la idolatría, no a la Mitzvá misma que tiene su definición y reglas en el Código de Ley Judía).

Desde una perspectiva más profunda, la idolatría en hebreo se dice avodá zará, que significa "trabajo extraño". Esto indica que todo aquello que es extraño al judaísmo, es, en algún punto y en forma muy sutil, idolatría. Aún si se tratase del servicio a sí mismo, o sea, quien es prisionero de sus propias tentaciones, quien se rinde, por ejemplo, a los propios placeres, es, en algún punto, un idólatra, cuyo dios es él mismo.

Por eso la Torá advierte tan fuertemente sobre la idolatría, porque no es meramente un acto antiguo de pueblos que ya no existen, sino algo moderno, actual y sumamente difícil de erradicar.

1 comentario en «La Idolatría»

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