La sociedad se rige por la información. Quien tiene la información tiene éxito. Sea cual fuere el ámbito del cual se trata, puede ser la competencia económica, la investigación físico-nuclear o la actividad agraria, la información es fundamental.

Por ser un recurso tan valioso, en muchos casos se oculta y se mantiene reservada para ganar ventajas.

Sin embargo, desde la perspectiva de la Torá surge todo lo opuesto. La información es para ser compartida. Más precisamente hablando, la información de Torá es para difundirla. Ningún sentido tiene que un maestro retenga sus enseñanzas al respecto de la observancia de tal o cual Mitzvá, si ello va a causar que las personas no sepan cómo cumplir esa Mitzvá.

Más aún, en las leyes de Shabat aparece la idea de que un rabino tiene la obligación de dejar en claro en su comunidad que puede dejarse de lado el Shabat en caso de peligro de vida. Vemos que la Torá, por así decir, fuerza a compartir la información.

Aún la sabiduría de la Cabalá, que por muchos años permaneció oculta y sólo se enseñaba en grupos reducidos y a personas específicas, luego de las enseñanzas del AriZal, Rabí Itzjak Luria (Tzfat 1534-1572) comenzó a difundirse y revelarse a todo el mundo, en particular desde el surgimiento del Movimiento Jasídico, de la mano de Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760).

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