En la sección de esta semana Vaigash (Y se aproximó), la Torá nos cuenta que Iaacov, junto a toda su familia, descendió a Egipto para reencontrarse con su hijo Iosef y pasar los últimos años de su vida en una mejor situación. Cuando llegó a la ciudad de Beer Sheva, límite de la Tierra de Israel, Di-s se le apareció en un sueño y le dijo (ver Bereshit 46:3) "No temas al descender a Egipto, porque te haré un gran pueblo allí".
Ahora bien, si Iaacov tenía miedo de ir a Egipto, ¿por qué Di-s esperó a que llegue a Beer Sheva para animarlo y no le dijo nada al comienzo del viaje? Rashi explica que Iaacov se sentía mal porque tenía que salir de la Tierra de Israel, cosa que iba a ocurrir pasando Beer Sheva. Esto nos lleva a entender que, en realidad, lo que pensábamos que era miedo, era una especie de sufrimiento. Iaacov sabía lo que significaba vivir fuera de la Tierra de Israel (ya que ya había vivido veinte años en la casa de Laván, en Jarán) y sabía que el mejor lugar para vivir y criar a su familia en el mejor ambiente posible era la Tierra de Israel. Por eso Di-s le promete que lo multiplicará en Egipto, dándole a entender a Iaacov que, justamente a través del descenso en Egipto, va a llegar el mayor crecimiento después.
Aún así, Di-s no le dice a Iaacov "no te preocupes", o "no sufras", porque siempre debe existir en el judío el sentimiento de que se encuentra en el exilio, en un lugar (físico y espiritual) que no es el suyo, no es el apropiado. Esto le recuerda a cada uno en forma constante, cuál es su verdadero lugar.
Aquí hay una doble enseñanza: por un lado, no se debe temer del exilio. Si Di-s nos mandó aquí, El nos da la fuerza para superarlo y nos sacará eventualmente de aquí. Por el otro, nunca hay que "sentirse cómodo", ni dejar de pensar que éste no es nuestro verdadero lugar, tanto en lo material como en lo espiritual. Siempre debemos exigirle a Di-s que traiga rápidamente la Redención Final, con Mashíaj, ¡Ya!.