Este jueves 10 de Shvat es un día muy especial para los jasídim de Jabad. Es muy difícil explicar en la brevedad de esta editorial todo lo que este día significa y lo que deja para el futuro.

Porque en realidad, desde la perspectiva judía, y como ya mencionamos varias veces, los acontecimientos en la historia no son solamente historia pasada, sino presente y futuro. Presente desde el punto de vista de que la energía que hubo en un determinado día se repite al volver ese día en un próximo año, y futuro por las enseñanzas de vida que nos dejan y porque esa energía permea a todos los día que subsiguen, acumulando así la fuerza de cada uno de los acontecimientos pasados.

El 10 de Shvat de 1950 falleció el Rebe anterior de Jabad, Rabí Iosef Itzjak Schneerson. Como él sabía que éste iba a ser un día tan importante, escribió un discurso jasídico para ser estudiado en ése día y para ser aplicado a lo largo de la vida. Aquí no es el lugar para transcribir todo el discurso, pero vamos a tomar sólo una idea y explicarla en forma sumamente resumida.

Tras la creación del mundo, el lugar principal donde se manifestaba la Presencia Divina era este mundo. Contrario a lo que cualquiera podría pensar, que Di-s está con los ángeles, con las emanaciones divinas que superan a los ángeles, ¡consigo mismo!, Di-s está en éste mundo tal y cual nosotros lo conocemos.

La historia nos cuenta que a lo largo de siete generaciones, diferentes personas malvadas se encargaron de "echar" a Di-s de la tierra y circunscribirlo a un ámbito espiritual, sin revelación en lo material. Luego vinieron otras siete generaciones con personas justas que "trajeron" de vuelta a Di-s a la tierra.

El último de estos siete fue Moshe que, tras la construcción del Tabernáculo (templo ambulante que acompañó al pueblo judío en su travesía por el desierto y luego fue instalado en diferentes ciudades) hizo residir a la Presencia Divina en la tierra, en forma manifiesta a los ojos de carne y hueso de cualquier persona.

Entonces, cuenta el Midrash, Di-s dijo: "llegué a mi jardín", porque el lugar principal de Di-s, donde El quiere estar y manifestar Su presencia, es aquí, en éste mundo físico y material.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esta historia con nosotros? El trabajo espiritual que le corresponde a cada uno de nosotros, en el tiempo en el que nos encontramos y en el lugar en donde nos encontramos es el de llevar a Di-s a ese lugar (donde estamos), el de revelar Su presencia, tanto en nuestro cuerpo como en los objetos y circunstancias que nos rodean.

Si bien nosotros no somos Moshe como para tener la fuerza para hacer residir a Di-s en la tierra, sin embargo contamos con la ventaja de que vivimos en la época posterior a la entrega de la Torá. Esto significa que a través del estudio de la Torá y la observancia de las Mitzvot podemos generar el mismo efecto que Moshe tras la construcción del Mishkán (Tabernáculo).

Tendemos a quejarnos por la situación política, económica, por las guerras, el hambre y el sufrimiento y nos quejamos a Di-s, le exigimos que venga a cambiar semejantes atrocidades que se viven en el mundo. Pero no tendemos a pensar (¡ni siquiera pensar!) que en realidad es nuestra responsabilidad el traerlo a Di-s. Le exigimos que venga, ¡pero (por así decir) El esta esperando ser traído!

Es hora de asumamos nuestra responsabilidad y actuemos en concordancia.

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