Las naciones no pueden entender por qué el pueblo judío deba tener una tierra. "Si Di-s y las escrituras y los cielos es de lo que ustedes se tratan", ellos dicen, "¿por qué quieren un pedazo de tierra? ¿Acaso Di-s está en algún lugar? ¿Acaso se encuentra a Di-s estableciéndose en una tierra, gobernando un país y defendiéndolo? Pónganse de acuerdo: ¿Quieren el cielo o la tierra?"

Esas palabras, quizás, nunca son dichas. Son palabras silenciosas, grabadas en la mente humana. Y son la tendencia detrás de todas sus discusiones con nosotros: No pertenecemos aquí, en la tierra, donde ellos pertenecen, jugando con sus reglas. Porque Di-s está en los cielos y la tierra le pertenece a la humanidad.

Pero esa es la misión del Pueblo Judío: Que todos vean que el mismo Di-s que está en los cielos, está aquí, en la tierra, en todos los emprendimientos del hombre. Porque no hay nada excepto El.

Comenzando con ese pedazo de tierra específico, bien definido y muy especial, al cual nuestro destino está atado.

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