"No hay nada más elevado que el placer", dicen nuestros sabios. Todos los deseos del Hombre, sus reflexiones y pensamientos, sus palabras y todas sus acciones, todo emerge de su sentido de la belleza, el placer, de su búsqueda por lo más elegante y placentero.

Como en el Hombre, el microcosmos, así es en la Creación. La esencia de cada cosa es el placer del Creador en ella. Cuando el placer en esa cosa se revela, todo se fusiona como una unidad completa, una magnificente sinfonía en absoluta armonía.

¿Y dónde se encuentra este placer de Di-s? En el simple individuo que hace el bien, se aparta del mal, desea la paz y la persigue.

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