Esta semana leemos las dos últimas secciones del libro de Shmot, llamadas Vaiakhél y Pekudéi. Las mismas relatan la construcción del Mishkán, el Santuario transportable que revelaba la presencia de Di-s junto al pueblo judío en sus viajes por el desierto.
Si bien en su mayoría son sólo relatos detallados de cómo se hizo en la práctica aquello que Di-s le había dicho a Moshe en las parashot Trumá y Tetzavé (haciendo de estas últimas parashot casi una repetición de las mencionadas), hay ciertos versículos que nos dan informaciones que antes no conocíamos.
Una de estas novedades es el Kior (en parashat Vaiakhél), una especie de samovar gigante de agua fría que tenía canillas que los cohaním - sacerdotes - utilizaban para lavarse manos y pies antes del servicio en el Mishkán. De hecho, de entre todos los utensilios que había en el Santuario, el único del cual conocemos quién donó los materiales para construirlo es el Kior.
La Torá nos cuenta que estaba hecho con los espejos de cobre de las mujeres. El resto de los utensilios estaban hechos de oro, plata, cobre, lana de diferentes colores, madera y otros materiales, pero no sabemos el detalle de a quién le pertenecía, por ejemplo, el oro de la Menorá, o la plata de las bases de las paredes del Santuario, o la madera con la que se construyó el altar. Diferente es con el Kior, que fue hecho con el cobre donado por las mujeres.
¿Qué nos enseña esto? Primero debemos comprender qué simboliza el Santuario y, dentro del mismo, qué significa el Kior.
Es sabido que cada asunto en la Torá tiene una expresión material y otra espiritual. A pesar de que la expresión material de algo ya no exista, como el Santuario, sin embargo, su expresión espiritual es eterna. El Santuario espiritual que cada persona debe construir es su propio hogar, donde se revele la presencia Divina a través de vivir una vida según la Torá y sus Mitzvot.
El Kior, como mencionamos, se utilizaba para "santificar" a los cohaním antes de comenzar el servicio en el Santuario. Esto simboliza el concepto de que antes de comenzar el trabajo en el Santuario, o sea, en el hogar, debe haber un lavado de pies y manos, es decir, que la persona, cuando llega de la calle a su casa, para construir o continuar el desarrollo de su santuario personal, debe "lavarse" y librarse de todas las influencias de la calle, de aquello que está fuera del santuario. El hecho mismo de vivir el el exilio nos lleva a adquirir ciertas costumbres y comportamientos que no son nuestros, que no aparecen en la Torá y no tienen ninguna relación con el judaísmo.
¿Y sobre quién recae al principal responsabilidad de realizar esta selección y discernir qué entra en la casa de las influencias externas y qué no? Sobre la mujer. Por eso la Torá nos dice que el Kior fue construido con el cobre donado por las mujeres judías. Porque ellas, como "fundamento de la casa" son quienes deben realizar esta santa tarea de preservar el ambiente judío en la casa, libre de todo factor externo y extraño que afecte al Santuario.