Nuestros sabios dicen que el pueblo judío es similar a la luna. El ciclo mensual de la luna comienza con la luna nueva, va creciendo día tras día hasta llegar a la luna llena el 15 del mes y, de ahí en adelante, va disminuyéndose hasta volverse invisible al final del mes.

De la misma manera es el pueblo judío. Somos cíclicos, y nuestro ciclo es como el de la luna. Existen dos etapas en el ciclo de la luna: 1) el crecimiento y 2) la disminución. Así mismo, existen dos niveles de crecimiento del pueblo judío: 1) el desarrollo revelado, la identidad nacional y el orgullo judío y 2) la disminución ante Di-s, es decir, el sentimiento de conexión con Di-s que lo ocupa todo, simbolizado por la "reducción" de la persona ante la Omnipresencia de Di-s.

Esa es una de las razones por las cuales el calendario judío es lunar, y no solar (como el gregoriano). Nosotros somos como la luna.

Ahora que nos acercamos a Tishrei, el mes en que festejamos Rosh HaShaná, Iom Kipur y Sucot, preparamos el calendario del nuevo año, para colaborar con la toma de conciencia sobre los ciclos y los días judíos.

Vivir como judíos es todo-abarcador: en el espacio, la sinagoga y las casas de estudio forman un lugar fundamental en toda comunidad. En el alma, la conexión con Di-s a través de la observancia de Sus preceptos abarcan todos los aspectos de la vida de la persona. Y en el tiempo, vivir con nuestro calendario nos impregna con un estado de conciencia espiritual, de manera de que no sea sólo Naasé - Haremos, sino también VeNishmá - y entenderemos (y, consecuentemente, sentiremos).

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