Este año se cumplió lo que la Torá dice sobre Iom Kipur, “shabat shabatón”, un doble Shabat: en adición a que era Shabat, además era Iom Kipur. Por supuesto, el volumen de los rezos de Iom Kipur hizo que los de Shabat se reduzcan a meras menciones aquí y allí, pero no por eso el espíritu que se vive cada Shabat en el Beit Jabad cambió.

Con libros de rezo en fonética y castellano, la gente participó de cada canto con fuerza y entusiasmo. La solemnidad del día se vio mezclada por la amistad, camaradería y comodidad con que las personas se encuentran en el Beit Jabad.

Cada una de las reflexiones a lo largo del día, reflexiones cortas durante el rezo y algunas más extendidas en momentos especiales, estuvo orientada a aprovechar la santidad del día, la energía divina disponible, para lograr un crecimiento personal y un acercamiento a Di-s.

Aún en el final, luego de todo un día de ayuno, la gente cantó con mucha alegría las melodías de Neilá, pidiendo para todo el pueblo judío un año bueno y dulce antes de que se cierren los portales del cielo.

Así quedó la mesa luego de havdalá y de cortar el ayuno...

Sucot: ¡ahí vamos!

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