B”H, Días de Slijot, 5715 (1955)
Brooklyn, NY
A todos los hijos e hijas de Israel,
En todo lugar
Que Di-s les de vida
Mucha paz y bendición!
Hacia la llegada del nuevo año, quiero bendecir a cada uno y una del pueblo judío, con la tradicional liturgia: “Un año bueno y dulce”.
Rosh HaShaná, el comienzo del año, fue establecido por nuestra Torá en el momento en el año en que el mundo fue creado, pero no en el primer día de la creación, sino en el sexto día, cuando fue creado el hombre.
La grandeza de ese día y de la creación no consiste en que apareció otra criatura y una con un nivel superior a las anteriores, así como los animales (criaturas vivientes) son superiores a los vegetales (que [sólo] crecen) y los vegetales son superiores a los inanimados (como piedras, tierra, etc.) , sino en que apareció una criatura que es incomparablemente diferente de las anteriores. Por que él reconoció al Creador en la creación, y más aún, él elevó toda la creación a esa percepción y con esto, a su nivel de completitud. Por que sentir y ver divinidad en la creación, es el objetivo final de toda la misma.
Una de las características en las cuales el hombre se diferencia de las demás criaturas es el libre albedrío que el Creador le dio. El hombre puede utilizarlo en dos direcciones opuestas: o, Di-s libre y guarde, ir en un camino que lleva al abismo y trae destrucción. O, por el otro lado, elegir el camino correcto en la vida, y con ello elevarse a sí mismo y a la creación a su mayor nivel posible.
Y para reconocer ese camino y encontrar los comportamientos en la vida que llevan a ese objetivo final, nos fue dada la Torá, que es una Torá divina y eterna, y sus enseñanzas son para todos los tiempos y todos los lugares.
Con su propio intelecto un hombre no puede alcanzar esto, ya que su intelecto es limitado. El intelecto sólo puede servirle para reconocer y revelar en él, el conocimiento interior absoluto que tiene y la fe simple en aquellas cosas que trascienden el intelecto, y con esto dar vida a toda su percepción y encontrar el camino correcto en la vida cotidiana, que es el camino de la Torá y las Mitzvot.
En Rosh HaShaná el hombre no esta solamente frente al juicio divino, sino frente a un juicio sobre él mismo. El debe comprometerse, al aceptar sobre sí mismo su función y tarea, de llevarse a sí mismo y al mundo a su alrededor al reconocimiento de la frase “Vamos a prosternarnos, someternos y arrodillarnos frente a Di-s nuestro Hacedor”.
Así como el Primer Hombre hizo el primer día de su creación, el primer Rosh HaShaná.
Esto significa una vida cotidiana de acuerdo a la Torá y no, Di-s libre y guarde, tomar el camino que lleva al abismo, destrucción y aniquilación.
Y el hombre no debe pensar: ¿quién soy yo y dónde estoy yo para tener semejante fuerza? Porque ya vimos, lamentablemente, lo que algo muy pequeño en cantidad puede “lograr” destruyendo ciudades y países a través del poder de la energía atómica.
Y si para destruir, una pequeña cantidad tiene un poder tan impresionante, y destruir es lo opuesto a la intención y objetivo de la creación, para construir y elevarse, con seguridad y en mayor medida, está la fuerza necesaria en cada individuo, para lo cual le da el Creador la capacidad especial y la posibilidad de elevarse a sí mismo a la altura necesaria, ayudar a otros a lograrlo, y elevar la creación más cerca a su completitud.
Hasta que lleguemos finalmente a la situación de “Y conocerá cada criatura que Tu eres el Creador, y diga todo aquello que tiene alma de vida: 'Di-s, el Señor de Israel es Rey y Su reinado gobierna sobre todo'”
Con bendición para ser inscriptos y sellados para bien,
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