Cuando uno se dedica a enseñar Torá, y en particular a jóvenes, es frecuente toparse con la pregunta de la ciencia y la Torá. Aparentemente surge como un cuestionamiento válido y fuerte, ya que la ciencia plantea una serie de "verdades" tan claras que la Torá no acepta (así parece) y, automáticamente, las verdades de la Torá quedan refutadas.

Sin embargo, hay ciertos puntos a tener en cuenta para comprender cómo realmente no hay contradicción ni cuestionamientos entre la ciencia y la Torá, a saber:

1. La ciencia se ocupa de describir los fenómenos observables y predecirlos. Para lograrlo se plantean muchas teorías que intentan definir la regla detrás de esos fenómenos. Algunas teorías son más famosas y gozan de popularidad (como la de la evolución de las especies, el Big Bang, la Ley de Gravedad Universal de Newton) y otras no.

El punto central aquí es entender que son todas teorías, algunas logran describir la realidad observable mejor que otras, pero no dejan de ser teorías que hoy pueden ser válidas y mañana no. No se perciben como teorías en el conocimiento general porque no son enseñadas en las escuelas o difundidas en los medios como tales, sino como leyes y realidades.

La Torá no plantea teorías, sino hechos. Y estos hechos están basados en la revelación de Di-s en Monte Sinaí. Y aquí entramos en el segundo punto:

2. La ciencia utiliza los modelos necesarios para describir la realidad, por ejemplo el modelo atómico, o la descripción del sistema solar centrado en el sol, mientras que la Torá utiliza otros modelos para definir la realidad, como que el sol y las estrellas giran en torno a la tierra, o la descripción Talmúdica de la gestación de un bebé, donde el padre pone lo "rojo" y la madre "lo blanco", sea lo que fuere que quiere decir. Sin embargo no hay contradicción, simplemente se trata de diferentes formas de describir lo mismo. La razón de la diferencia radica en la utilidad que uno quiere darle a la descripción. Por ejemplo, si decimos que el hombre es el centro del universo (como plantea la Torá) estamos diciendo, en otras palabras, que el hombre tiene una responsabilidad central y una misión fundamental en su vida, mientras que si el hombre simplemente se encuentra en alguna recóndita esquina de la Vía Láctea, ¿quién dice que hay alguna razón de ser, o que mis acciones son significativas? Entonces, para apoyar su perspectiva, la Torá plantea un sistema geocéntrico. Y lo mismo ocurre con cada uno de los conceptos "a la antigua" que aparecen en la obras de nuestros sabios, son modelos descriptivos orientados a extraer una enseñanza en el servicio a Di-s y no modelos que sólo describen la realidad, pero no enseñan nada.

Esto nos lleva al tercer punto:

3. Lo mencionado no rechaza todos los avances en los diferentes campos de la tecnología, como la medicina y las comunicaciones. El hecho de que no se describa un fenómeno o no se enfatice su existencia no significa que el mismo no sea verdad en la práctica.

Cada campo de la sabiduría utiliza los recursos necesarios para definir su función. Es decir, evidentemente nuestros sabios no vieron la necesidad de investigar el efecto de las ondas de radio o la electricidad, lo que no quiere decir que no podamos utilizar esos recursos. Una vez definidos y llevados a la práctica (en radio y televisión, telefonía celular o una simple lamparita incandescente) pueden ser utilizados por todo el mundo para el bien, aún por nuestros sabios quienes nunca se dedicaron a desarrollar esas cuestiones.

Esto es así simplemente porque, como mencionado anteriormente, cada uno se ocupa de aquello que le es útil, y así tenemos en la sabiduría judía miles de libros de responsas rabínicas sobre qué bendición decir al comer un determinado producto, o profundos tratados sobre gramática del hebreo, mientras que no se encuentran muchas referencias sobre los agujeros negros y la física cuántica...

Todo esto nos lleva a entender que no hay contradicciones entre la ciencia y la Torá, simplemente cada una tiene una función diferente para la cual utiliza diferentes herramientas. Lo que es fundamental es que sepamos distinguir entre ciencia y ciencia ficción, es decir, que podamos abrir los ojos y las mentes para ver y entender qué partes de la ciencia son prácticas y empíricas y qué partes son teorías y modelos descriptivos imposibles de probar.

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