Cuando uno compra un juego en la juguetería, en general, el juego viene con un manual de instrucciones. En el manual se definen las reglas del juego, la cantidad de jugadores, el objetivo final, etc.

En el judaísmo ocurre lo mismo. Hay un manual de instrucciones sobre cómo practicarlo, que es el Shulján Aruj - Código de ley judío. Este código tiene su fuente en el Talmud y sus comentaristas en las diferentes épocas y lugares por donde el pueblo judío vivió.

Una de las reglas que parece en el Talmud en diferentes contextos y tiene su expresión en la halajá - Ley judía, es maalím baKodesh - nos elevamos en santidad (lit.). La idea de esta regla es que dado un cierto nivel, cuando hay un avance de espacio o tiempo (causado por uno o no), la persona no puede quedarse estancado en el nivel en el que estaba (o descender de nivel, Di-s libre y guarde), sino que debe avanzar.

En Januca vemos un ejemplo claro de esta regla. Hay una discusión en el Talmud al respecto de cómo deben encenderse la velas de Januca: Beit Shamai dice que la primera noche hay que encender ocho velas, la segunda siete y así sucesivamente. Beit Hilel dice que la primera noche debe encenderse una vela, la segunda dos y así sucesivamente. ¿Por qué? Por que uno debe elevarse en santidad (el razonamiento de Beit Shamai es que así como los sacrificios durante la festividad de Sucot van reduciéndose con el pasar de la fiesta, las velas de Januca deben ir reduciéndose con el pasar de la fiesta). La ley es como Beit Hilel, porque uno debe elevarse en santidad.

¿Qué extraemos de esto? Más allá de la idea general de la elevación personal y el constante avance y desarrollo en términos intelectuales y emocionales, hay algo más que debemos tener en cuenta.

La primera noche de Januca encendemos una vela. Haciendo ésto, nuestra observancia es completa. La segunda noche, sin embargo, si sólo encendiésemos una vela, nuestra observancia (de la Mitzvá de encender velas en Januca) sería incompleta. Falta una vela. Esto nos enseña que el trabajo espiritual y los niveles a los cuales llegamos ayer, aún si ayer significaron el máximo esfuerzo y desarrollo personal, son inválidos y faltos para hoy. Se espera de nosotros que crezcamos al máximo de nuestro potencial cada día, es decir, no al máximo llegado en el día anterior, sino al máximo esperado y alcanzable en este nuevo día en particular (que, obviamente, es superior al del día anterior). Y así sucesivamente todos los días.

Esta es una de las enseñanzas de la fiesta de Januca que debemos llevar cono nosotros a todos lados: maalím baKodesh - siempre elevate y da el máximo de tu potencial en el servicio a Di-s.

Para concluir, para erradicar alguna posible duda que alguien podría tener: se cuenta de Reb Zusia de Anípoli que solía decir "Cuando me vaya al cielo, no me van a preguntar por qué no fuiste como Iaacov, por qué no fuiste como Moshe, me van a preguntar por qué no fuiste como Zusia"... el máximo que se espera de cada uno es lo que cada uno puede dar de si mismo, no lo que el vecino puede dar... ni más ni menos...

Jag Sameaj, un muy feliz Januca.

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