Avraham servía ídolos como su padre, Teraj. Avraham era un hombre inteligente, como Teraj. Pero Avraham reconoció la falsedad de los ídolos, mientras que Teraj quedó atrás.
Porque Teraj nunca creyó en los ídolos y nunca realmente los sirvió. Pero cuando Avraham servía a los ídolos, lo hacía con todo su corazón, mente y alma, cada hora del día y la noche. Tenía que ser real.
Todo lo que Avraham hacía tenía que ser real. Entonces, encontró la verdad.