Es común ver en la literatura judaica las expresiones "Nuestros sabios dicen", o "Rabí tal explicó", etc.
Si bien resulta interesante pensar e imaginarse cómo era el mundo y la vida en general en las épocas del Talmud y de Rabí tal o cual, ¿quién dice que hoy debemos llevar nuestras vidas de acuerdo a lo que fue dicho miles de años atrás, sin tener idea de la situación actual ni sus vicisitudes?
La respuesta es muy simple: el nivel espiritual de aquellos rabinos y, en general, de "Nuestros sabios", sobre quienes nos referimos al utilizar las expresiones anteriormente mencionadas, era tal, que lo que decían no quedaba limitado a las circunstancias en las cuales dijeron lo que dijeron, sino que sus palabras tienen relevancia eterna.
Y en realidad lo mismo ocurre con nuestras propias palabras, tienen un efecto "eterno", tanto para lo bueno, como para lo no tan bueno.
¿Cuál es la diferencia, entonces, entre lo que nosotros decimos y lo que ellos dijeron? Nosotros hablamos de lo que vemos y conocemos, y nos expresamos con autoridad absoluta sobre aquello en lo que somos idóneos. Nuestros sabios hacían lo mismo. La única diferencia es que ellos eran conocedores y vivenciaban en carne propia lo espiritual. Nosotros funcionamos a la inversa.